Abajo y las excepciones.
2016
Para este proyecto Alberto Lezaca indaga en torno a la percepción mental del espacio arquitectónico. En la exhibición Lezaca presenta una serie de instalaciones en las que construye capas sobre el espacio expositivo que buscan desarticular y fracturar la arquitectura. Utiliza materiales como dry wall, metal, madera y caucho, materiales que usualmente son empleados para la construcción de arquitecturas efímeras o provisionales. Sobre estas capas aparecen una serie de pinturas, esculturas y videos que dialogan con las intervenciones y tratan de crear crisis e inestabilidad. Las pinturas presentadas proponen espacios especulativos y construcciones improbables, de igual forma en el espacio aparecen una serie de esculturas que hacen referencia a muebles que ponen en duda su carácter utilitario. En la muestra también se puede encontrar una video instalación, en la que una secuencia de video proyecta una representación digital de un espacio cerrado, en el que hay una serie de objetos animados que van construyendo y destruyendo una sucesión de esculturas formadas por fragmentos o residuos de otros objetos. La Casita es un espacio independiente creado por iniciativa de la Colección Chehebar, bajo la dirección del curador Camilo Chico se propone un programa de exhibiciones en las que los artistas son invitados a desarrollar un proyecto que establezca un dialogo con una pieza de la colección. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . “Algunas ideas son lógicas en su concepción pero perceptualmente ilógicas. Las ideas no precisan ser complejas. La mayoría de las ideas exitosas suelen aparentar simplicidad porque parecen inevitables. En términos de ideas el artista es libre incluso de sorprenderse a sí mismo. Las ideas son descubiertas por intuición.” (Sol LeWitt) En el momento en el que me encuentro escribiendo este texto, mi entorno está lleno de objetos de diferentes categorías y usos, la mesa en la que apoyo, el computador en el que estoy escribiendo, la silla que me detiene en una extraña posición, casi como un truco insignificante contra la gravedad. Seguramente si usted levanta la mirada y deja a un lado este texto, encontrará cientos de objetos y sobre estos objetos, otros objetos que están contenidos dentro de objetos más grandes, quizás con una escala que sobrepasa sus dimensiones y hacen que usted olvide que está dentro de otro gran objeto nombrado edificio o casa. Estos objetos que en su mayoría han sido creados por personas o máquinas con diferentes propósitos, tal vez fueron pensados como herramientas, muebles, decoración, electrodomésticos o en el caso más crítico, han sido pensados como arte, bueno…. entonces nos encontramos con algo extraño que no tiene uso… está bien, si quiere lo puede usar para lo que usted quiera, pero seguramente no va a funcionar. Todos estos objetos que nos rodean, son objetos gracias al sofisticado artificio del lenguaje; es ese común acuerdo que nos permite llamar silla a una silla. Debido a esto aparece otra categoría de objetos, me refiero a los objetos mentales. Esa imagen mental de la silla que se construye en nuestra mente sin necesidad de tocar la silla, casi como una perversa sinestesia en la cual el mundo se configura en nuestra mente antes que nuestro cuerpo sienta la fuerza de gravedad interrumpida por la silla; esta suerte de desdoblamiento de la realidad se convierte en un inestable espacio de experimentación, donde la materia física y la materia mental son elementos maleables que permiten distorsiones, alteraciones y especulaciones delirantes. Tal vez los objetos que usted acaba de ver en la muestra a la que ha sido invitado se le parezcan a algo o le recuerden algo. Lo importante es que aún no han sido nombrados, se escapan de la mira implacable de la lógica, del sistema impositivo de lo nominal. Más bien le propongo algo, ¿por qué no pensar en preguntas? –confío en las preguntas y en la duda; la certeza me causa desconfianza–. ¿Es posible asegurar algo? ¿Por qué? ¿Para qué?, estas preguntas, solo llevan a respuestas inútiles y falsificadoras. Más bien le propongo otras preguntas: ¿Por qué lo exacto? ¿Por qué el orden de las cosas? ¿Por qué las dimensiones? ¿Por qué 95 x 95? ¿Por qué 50 x 95? ¿Por qué 35 x 12? No crea que lo estoy interrogando o pidiéndole que responda algo, simplemente son preguntas, prefiero la insatisfacción de la pregunta al supuesto placer de la respuesta. Alberto Lezaca Un proyecto de Alberto Lezaca en diálogo con Ana Mercedes Hoyos Curaduría Camilo Chico La Casita, Bogotá