Dos partículas.
2015
En su obra más reciente Alberto Lezaca ha venido realizado una serie de proyectos que buscan establecer un diálogo con la literatura. Esto responde a su interés por entrar en contacto con prácticas artísticas más allá de las artes visuales. Es por esto que es común encontrar en el trabajo de Lezaca referencias literarias, cinematográficas o musicales. El trabajo de escritores como Stanislaw Lem, Jorge Luis Borges, William S. Burroughs, David Thoreau y Raymond Roussel ha servido de punto de contacto entre su práctica artística y la literatura. En el caso de La densidad del reflejo Lezaca establece un dialogo con la novela “La Invención de Morel” escrita por el argentino Adolfo Bioy Casares en 1940. La novela narra la llegada de un prófugo condenado a prisión perpetua a una isla habitada por personajes etéreos. Tras habitar en la misteriosa isla, el protagonista descubre que estos personajes son el resultado de imágenes reproducidas por una extraña máquina inventada por Morel, un científico que alguna vez habitó la isla. La máquina es operada de manera autónoma, y se sirve del flujo de las mareas para reproducir de manera infinita y repetitiva las grabaciones que Morel realizó cuando habitó la isla. A través de La densidad del reflejo, Lezaca propone un espacio de experiencia plástica y visual en torno a la repetición, la coexistencia de realidades paralelas y la simulación de materialidad. El proyecto propone una instalación en la que el video, la pintura y la escultura se encuentran y crean un espacio donde las piezas que conforman la instalación, se presentan como indicios de las emisiones producidas por la máquina inventada por Morel. La instalación consta de una pintura, una pintura-escultura, un mural, una video proyección y una escultura. Las pinturas proponen un juego ambiguo entre la imagen abstracta y figurativa. En la primera pintura aparece una estructura arquitectónica inmersa en un paisaje de líneas verticales, esta estructura es una representación especulativa del lugar que resguardaba la máquina de Morel. En la segunda pintura aparece nuevamente la estructura arquitectónica pero esta vez contenida en un paisaje pictórico diferente. Las dos pinturas son imágenes análogas que muestran una misma imagen construida de manera desigual. Una de las pinturas es invadida por una suerte de escultura lineal que la arrastra al limite entre lo bidimensional y tridimensional -lo que Lezaca denomina pintura-escultura-. Al mismo tiempo, esta pintura-escultura encierra y arrincona un mural monocromático que establece los límites físicos del espacio en donde es presentada la instalación. El video es una animación en loop, generada a través de un sistema de simulación de físicas. Una tela ondula infinitamente al mismo tiempo que cubre un objeto que se mantiene oculto. Esta membrana electrónica ondulante propone ciclos temporales repetitivos y obsesivos. Por último se encuentra una escultura que recuerda un prototipo arquitectónico o maqueta, en la que las estructuras que la constituyen parecen ser esquemas geométricos que comparten un mismo espacio físico en donde la intersección de planos se establece como sistema estructural.
El invento de Morel es un dispositivo de simulación multisensorial, capaz de materializar personas y objetos grabados previamente, una suerte de máquina holográfica que permite la inmortalidad de las imágenes a través de un artificio tecnológico.